Posted on 15 Julio, 2011 | No Comments
María Gabriela Fernández B.
Su trato amable, su voz pausada y su semblante dulce hacen que algunos amigos la llamen “la muñequita de la Ucab”, y los años de servicio en la institución la incluyen en la lista de docentes fundadores de la sede de Coro.
Saluda sonriente a todo el que se le acerca y usa gestos delicados para cada movimiento. Elige una silla y se sienta con suavidad, se arregla un zarcillo y sonríe nuevamente: “¡Ah, qué bueno! ¡Tengo que echar mi cuento!”.
Raquel Otero es una docente egresada de Química, en el Instituto Universitario de Tecnología Alonso Gamero; de Matemática, en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador de Coro, y de Gerencia educativa, en la Universidad Bicentenaria de Aragua, que labora en Ucab Coro desde hace quince años. En la actualidad, da clases de Álgebra para los alumnos de tercer año de Educación y en el pasado fue también profesora de Aritmética, hasta que la reducción de estudiantes le afectó en su sección.
El edificio del colegio María Auxiliadora, donde funciona la Ucab Coro en las tardes, es el recinto en el que cursó sus primeros estudios, por lo que dice sentirlo como una segunda casa: “Fui alumna de este colegio y madre de dos antiguas estudiantes, ahora soy docente en este lugar y siento que estas aulas ya son como una casa”.
Su interés por la docencia y por los números surgió desde joven: “Yo estaba en el colegio y me reunía con mis amigas para darles clases de matemática, química y física. Soy profesora porque me encanta.”
A pesar de la dificultad de la materia que dicta, dice llevarse muy bien con sus estudiantes: “Siempre intento explicarles con claridad y tratarlos con dulzura cuando tienen una duda, y hasta ahora no he tenido ningún problema con ellos”.
Disfruta de coser y hacer sudokus en sus tiempos libres, así como de compartir con su familia, aunque asegura que esto lo hace poco porque sus hijas se mudaron al exterior. Sin embargo, es feliz de convivir con su esposo y procura visitar, cuando puede, a sus retoños.
Los consejos de su padre, la docencia, la compañía de su esposo y la posibilidad de compartir con sus hijas llenan su vida y la hacen sentirse “una mujer feliz y tranquila”.