Posted on 04 Mayo, 2011 | No Comments
Betania Pérez Álvarez
El 9 de marzo en el auditorio de Biblioteca, el comunicador social egresado de la Ucab, Ariel Segal, realizó una conferencia basada en la crisis de la democracia. Esta actividad se llevó a cabo en colaboración con la asociación civil Espacio Anna Frank y la cátedra de Judaísmo Contemporáneo, dictada por el profesor Carlos De Armas.
La tesis fundamental de Segal rodeaba los límites de la obediencia ante el poder autoritario. Dentro de este marco explicó que la democracia tiene tres pilares fundamentales: elecciones libres, libertad en todos los aspectos y una división independiente de poderes.
Segal, quien cursó un máster en Estudios Judaicos y Medio Oriente en Filadelfia, Estados Unidos y un doctorado en investigación en Historia Latinoamericana en la Universidad de Miami, afirmó que hoy se le llama democracia a lo que hace algunos años no lo era, es decir, en la actualidad sólo 20% de los países gozan de un sistema político que cumple con los principios democráticos.
Este comunicador manifestó que existen dos tipos de límites de obediencia: individual y colectivo. Con ejemplos cinematográficos como: Los juicios de Nuremberg, La ola y Sostiene Pereira ilustró cómo líderes mesiánicos se han perpetuado en el poder; y la facilidad, la fragilidad y la tentación que representa para la población ser sumisos y obedecer las órdenes de estos dirigentes carismáticos.
En este entorno enumeró tres razones por las cuales un individuo colabora con el poder autoritario. La primera consiste en la identificación ideológica con el proyecto que se promulga, la segunda corresponde a cualquier tipo de interés que se tenga en el proceso, y la última radica en el miedo.
Asimismo expresó que hay dos formas de hacer resistencia ante el autoritarismo. De manera abierta, en donde la lucha, el enfrentamiento y la oposición es evidente; y de modo pasivo, representado por el exilio o la toma de una posición moral y ética firme y contradictoria a la ideología del régimen.
En todos estos procesos hay una parte del colectivo que juega un papel fundamental, aquellos que son indiferentes al conflicto. Éstos pueden colaborar con el poder autoritario o bien resistir y evitar el ascenso de éste. “No se puede dar el lujo de ser indiferente, tampoco de ser suicida”, explicó Segal. La gran lucha consiste en hacer una resistencia con conciencia y estrategias para que el poder abusivo no se convierta en totalitarismo.