Posted on 04 Mayo, 2011 | No Comments
A pesar de las reiteradas crisis políticas en la región, las revueltas árabes iniciadas en diciembre de 2010 tomaron por sorpresa a la comunidad internacional
La inmolación de Mohammed Bouazizi, de apenas 26 años, se convirtió en la inspiración de miles de jóvenes, a todo lo largo del mundo árabe, que al igual que él enfrentaban el problema del desempleo, la ausencia de libertades y el hastío hacia gobiernos autoritarios e incapaces de mejorar la calidad de vida de la población.
Impactados por el sacrificio de Bouazizi, el pueblo de Túnez se levantó contra el presidente tunecino Zine El Abidine Ben Ali y logró poner fin a un régimen que se había mantenido en el poder por 24 años, amparado por un sistema de seguridad represivo.
La lucha se propagó rápidamente con la ayuda de las redes sociales que le mostraron a la población que no estaban solos en su anhelo de libertad y mejores condiciones sociales. Luego de Ben Alí, el turno sería para Hosni Mubarack, quien después de tres duras semanas de protestas y de constantes maniobras para mantener su poder, se vio forzado a renunciar, poniendo fin a 29 años de gobierno.
Para el momento de la redacción de este artículo, luchadores de diferentes países árabes mantienen en jaque a gobiernos que a su vez responden a las demandas de cambios con fuego, como ocurre en Libia, cuyo presidente Mohammar Gadafi ha reprimido las manifestaciones, que se iniciaron el 17 de febrero con armas de fuego e incluso con armamento pesado, lo que le ha merecido la condena internacional y una investigación ante el Tribunal Penal Internacional, ordenada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Otra manifestación violenta se está dando en Yemen contra Ali Abdalá Saleh (32 años en el poder).
Tampoco las ricas monarquías del Golfo como Bahrein, Kuwait, Omán y Arabia Saudita, se han salvado de las protestas lo cual demuestra que el deseo de democracia supera lo económico.
El factor islámico
Las democracias más importantes e influyentes se habían sentido muy cómodas haciendo tratos con déspotas despiadados pero confiables a sus intereses. Sin embargo, los acontecimientos las han forzado a apoyar las revueltas, no sin escepticismo por el temor a que detrás de las manifestaciones se encuentre el fundamentalismo islámico.
Hasta el momento, las consignas más importantes están enmarcadas a favor de la democracia y el nacionalismo arabista, mientras que los islamistas se han quedado atrás. Esto se está dando fundamentalmente en el norte de África, donde el factor islámico no es tan poderoso como en la región del Golfo Arábigo-Pérsico.
Si las democracias occidentales pierden el miedo, podrían ser quienes apuntalen los nacientes movimientos democráticos que se están dando en la región, y así lograr un cambio tan radical, equiparable a la caída del Muro de Berlín. Se trata de una oportunidad inmejorable para lograr la paz y la estabilidad de tan maltratada región.
Oláguer Chacón y Claudia Sisco
Profesores de Información Internacional
Escuela de Comunicación Social