Posted on 04 Mayo, 2011 | No Comments
Marcel Rasquin, director de la película Hermano, considera que poco a poco los cineastas venezolanos han derribado los prejuicios con el que la audiencia se acerca al cine nacional
Fabiana López Berra
Marcel Rasquin es un caraqueño que está convencido de que el panorama cinematográfico en Venezuela no tiene por qué ser gris. Y es que su camino en el mundo audiovisual ha sido bastante colorido, puesto que con su ópera prima, Hermano, logró conquistar a la crítica venezolana, al público nacional y hasta cosechó logros más allá de las fronteras de su suelo natal.
La película hasta ahora ha recibido quince premios en festivales venezolanos y doce en el ámbito internacional, entre los que se cuentan los premios a la mejor película según la crítica, el jurado y el público en el festival de cine de Moscú (Rusia) del año 2010.
Aproximadamente 400.000 espectadores en el país vieron la historia de dos hermanos a los que se le presenta una oportunidad de jugar fútbol a nivel profesional en un equipo nacional.
Rasquin, egresado de la escuela de Comunicación Social de nuestra casa de estudios, conversó con El Ucabista respecto a su tesis de pregrado, su primer filme y sus próximos proyectos.
—¿Sobre qué fue tu trabajo de grado?
—Mi tesis fue de publicidad de alto impacto. Se llamaba Sóbate que eso se hincha (1999). Y, de hecho, gracias a ella fue que yo pude irme a estudiar Australia, porque en esa época la Universidad tenía un convenio con la fundación Carlos Eduardo Frías. Las tesis que sacaban 20, mención publicación, iban a concursar en la fundación y la nuestra ganó ese premio, que tenía un acuerdo con Fundayacucho para un beca afuera. Hice la tesis con dos compañeros: José Manuel Torres y Carla Delgado.
—¿Cuándo decides escribir Hermano?
—Estaba viviendo en Australia, terminando la maestría y comenzó a rondar en mi cabeza la idea de estos hermanos, y hacer una película de fútbol en Venezuela, porque estaba muy efervescente el tema de la vinotinto y yo (precisamente por estar tan lejos de casa) experimenté una reconexión con mi identidad como venezolano. Empecé a trabajar en ella e invité a mi amigo Rohan Jones a que la escribiéramos juntos. Nos tomó como tres años escribirla y hacerla me tomó como dos años más.
—¿Cuánto tiempo tardaron en rodar la película?
—El rodaje de la película fue de ocho semanas, pero el proceso de levantar el proyecto y tener el guión listo (porque nosotros escribimos el guión cinco veces, que es como se trabaja seriamente) fue mucho más largo. En ese interín, aplicamos a un programa en Australia, para desarrollo de guión y escogían dos para darles financiamiento y les asignaban un editor para desarrollarlos. Nosotros ganamos y pudimos trabajar con una editora que nos ayudó a pulir nuestro trabajo y encontrar de qué se trataba la película, porque uno no le dicta a la película de qué se trata, ella te dice a ti de qué se trata.
—¿Por qué si escogieron una temática tan novedosa en el cine venezolano, como el fútbol, la ambientaron en un barrio, que es un lugar común en el cine criollo?
—Bueno, esa es una pregunta delicada. Básicamente por conveniencia dramática, para ser honesto. Para mí era fundamental que el entorno tuviera unas características muy particulares que afectaran drásticamente la vida de los protagonistas. En las condiciones en las que está ambientada Hermano, hace que la oportunidad que les llega sea algo único, incluso por la circunstancia del fútbol en Venezuela. Y eso en términos dramáticos no tiene precio. Siempre estuve muy consciente del prejuicio hacia las películas venezolanas ambientadas en ese mundo, pero sabía y estaba convencido de que el problema de esas películas no estaba en el sitio en el que se hiciera, sino en la historia que se contara.
—¿Cuándo viste la película terminada, pensaste que ibas a llegar tan lejos?
—La primera vez que vi la película lista fue el Festival de Cine de Moscú. Ese fue el estreno mundial, resultó muy emocionante y evidentemente yo no había previsto el efecto que generó. Estaba compitiendo con unos monstruos de películas, había afiches por todos lados y yo sólo tenía las latas de Hermano. Nuestra cinta fue la última en proyectarse, y la prensa quería hacernos preguntas al finalizar. Al siguiente día fue el estreno al público, en una sala de cerca de 2.500 puestos y estaba muy triste porque nada más había 800 personas. Termina la proyección y veo que la gente la había disfrutado y salía hablando de ella. Finalmente Hermano se llevó el premio del público, de la crítica y del jurado, cosa que nunca había pasado en ese festival. Después la presentamos en Venezuela y para mí fue un hermosísimo regalo que despertara ese cariño en la gente, cuando el panorama del estreno de una película de esas características era nefasto.
—¿Nos puedes adelantar algo sobre tu nueva película?
—Hay un proyecto en el que estoy involucrado en Los Ángeles, Estados Unidos, para una cinta, y otra que estoy desarrollando aquí en Venezuela junto con Prakriti Maduro. Además conseguimos distribución para Hermano en Estados Unidos y España.
—¿Quieres seguir haciendo cine en Venezuela?
—Sí. Mi preocupación no son las coordenadas en donde trabaje sino el proyecto.
Rasquin afirma que el mayor logro que ha tenido últimamente el cine venezolano es demostrar que se puede hacer cine de comedia, romance, acción, drama, entre otros, tal como se hace en otras latitudes. Considera que la industria funciona con problemas, pero reconoce que el gobierno actual apoya la cinematografía nacional: “Creo que estamos avanzando en encontrar nuestra voz, nos estamos preguntando con honestidad qué queremos decir. Mientras más películas hagamos, mejores películas iremos haciendo, porque vamos generando industria”.