Posted on 01 Abril, 2011 | No Comments
Maribel Araujo, egresada de Comunicación Social de la Ucab, dirige el restaurante Caracas Arepa Bar en Estados Unidos y ha logrado gran receptividad
María Gabriela Fernández B.
Maribel Araujo es una venezolana que vive de las arepas. Sus manos, las de su esposo y las de sus amigos cercanos amasan, asan y venden miles de estas delicias de maíz. Carne mechada, queso amarillo, reina pepeada y queso de mano: su tienda ofrece variedad para todos los gustos. Pero el local de ventas de Araujo no se encuentra en la playa a merced de los viajeros bronceados, ni en Las Mercedes a la espera de los rumberos hambrientos; ella vende arepas en Nueva York y las consumen estadounidenses gustosos de conocer los sabores de la mesa venezolana.
Su baja estatura y su rostro juvenil no revelan su edad a primera vista. Siempre sonriente, Araujo, de 35 años, egresó de la escuela de Comunicación Social de la Ucab en 2000 y desde hace ocho años trabaja en el negocio de la comida en Estados Unidos con el Caracas Arepa Bar.
Su gran empeño en la atención, en la cocina y la decoración pintoresca del local le merecieron una reseña en el New York Times y, tras esto, el negocio se expandió en dos locales, en Brooklyn y Manhattan, y desde entonces las delicias del menú se hicieron famosas entre los neoyorquinos.
El sabor de Venezuela en USA
—¿Cómo surgió la idea de fundar este local?
—Comenzamos en 2003. Mi socio y esposo, Arístides Barrios, y yo ya teníamos tres años viviendo en Nueva York y a mí no me había ido bien, pues me vine por un trabajo en Loquesea.com y esa compañía se vino abajo. Conseguí otros empleos, pero un día haciendo arepas le comenté a mi esposo la idea de abrir una taguarita con arepas y jugos, y le pareció tremenda idea. Yo soy la ejecutora y él es el visionario.
Nos dimos cuenta de que sólo había un restaurante venezolano en la ciudad y pensamos que las arepas les iban a caer como anillo al dedo a los neoyorquinos. Un par de meses más tarde nos enseriamos con el proyecto y nos pusimos en acción.
—¿Cuál es el concepto que posee el restaurante?
—El establecimiento no es como una arepera clásica en la que te paras en el mostrador y pides tu reina pepeada, es más como una taguarita bien montada y la gente viene a cenar como si estuviesen yendo a comer a un restaurante italiano o japonés.
—¿Cómo está integrado el equipo de trabajo de Caracas Arepa Bar?
—Tenemos hoy en día un equipo de 60 personas, entre los tres locales. Pero los directores de orquesta somos: Arístides Barrios, mi esposo, que se ocupa de la parte administrativa, de la dirección de arte y del concepto en general; Ilse Parra, chef ejecutiva y gran amiga, es la sazón del restaurante y la pasión gastronómica hecha mujer; y Juan Sánchez es la mano derecha de Parra y cocinero encargado de los restaurantes en Manhattan.
La fama de las arepas
—¿Cómo ha sido la receptividad del público con el menú?
—La ciudad nos recibió con los brazos abiertos a nosotros y a las arepas, es excelente, a 90% de los visitantes les gustan. Se ha convertido en una opción como los emparedados, burritos o falafel. Nuestro público principal es el neoyorquino, bien sea americano o asiático, no vivimos de los latinos ni de los venezolanos.
—¿Cuáles personajes famosos han visitado tu restaurante?
—Gael García Bernal, Natalie Portman, Owen Wilson, Danny DeVito, Melanie Griffiths, Mayor Koch, Chris Noth, Paul Dano, Edgar Ramírez, Alex Rodríguez, Bob Abreu, Caramelos de Cianuro, Los Amigos Invisibles, Cristina Aguilera, la Miss Universo Dayana Mendoza, Érika De La Vega, Luis Chataing, Lupe Gherenbek y Carlos Andrés Pérez.
—¿Cuáles serían las personas a las que más te gustaría atender en tu local?
Al Maestro Abreu, para compartir con una persona que ha hecho tanto por la juventud en Venezuela; al campeón mundial de Surf, Kelly Slater, porque es un ser humano y deportista alucinante al que admiramos mucho en casa; y al chef Anthony Bourdain, porque estoy segura de que disfrutaría nuestra comida un montón y es una eminencia en la cocina.
Sus recuerdos ucabistas
—¿Cómo definirías tu época universitaria?
—Alucinante. Fue el momento en el que más cosas aprendí y experimenté. Fui representante estudiantil, y descubrí que lo que me gusta es estar metida en un proyecto diferente todos los días.
—¿Qué anécdota recuerdas de tus estudios en la Ucab?
—Más que una anécdota, yo diría que una sensación. Me encantaba llegar, cruzar los puentes que comunican el estacionamiento con los módulos y sentirme 100% independiente.
Fiel al dicho de “el que tenga tienda que la atienda”, Araujo no planea regresar a Venezuela y espera “tener larga vida con el proyecto del restaurante”. Sin embargo, aun a kilómetros de distancia, recuerda con cariño a su país y recomienda a los ucabistas tener mente positiva y no cerrarse a ningún tipo de proyecto “porque a veces el camino está donde menos se espera”.