Posted on 28 Febrero, 2011 | No Comments
Simón González
Consciente de la importancia de la piel como carta de presentación, la doctora Mónica Avendaño dedica un cuidado especial a sus pacientes en el Parque Social Padre Manuel Aguirre, s. j. Esta dermatóloga concibe la consulta médica no como una parada veloz en el proceso de curación, sino como un hito importante en la atención integral de los enfermos.
Desde hace nueve años trabaja en el Centro de Salud Santa Inés y también presta sus servicios en el hospital pediátrico Elías Toro, en Catia. Aunque la primera es una institución de origen privado, considera que su vocación es pública.
“Una de las razones por las cuales me incorporé al Parque Social es porque tiene una misión alentadora, llevar un poco de alegría en materia de salud y en el ámbito personal a quienes atendemos”, manifestó.
Avendaño logra una empatía con sus pacientes porque entiende la particularidad de las enfermedades dermatológicas: “Son patologías que se ven. No es lo mismo que te enfermes de los pulmones; el daño sólo se hace visible a través de una placa. Pero la piel está a la vista y por eso las personas pueden tener una carga de preocupación adicional”.
A esto se suma que un porcentaje de estas enfermedades, aunque no representan la mayoría, puede producirse como consecuencia de trastornos emocionales, como el estrés. Es por ello que Avendaño no limita sus preguntas solamente a los síntomas físicos, sino también a las preocupaciones del día a día.
“Las personas pueden contarte o no sus preocupaciones, pero el hecho de que ellos entiendan que, en algunos casos, éstas influyen en su salud es un aliciente para la recuperación”, expresó.
La dermatóloga reivindica su especialidad, pues las consultas no pueden limitarse a prescribir un medicamento sin más. La medicina debe ir acompañada de minuciosos consejos para cuidar la piel, desde cómo aplicar una crema, bañarse, secarse, qué tipo de ropa usar, hasta cómo asear el hogar en los casos de las alergias, por ejemplo.
Laborar con cariño
Su vida académica la ha hecho en el país, específicamente en la Universidad Central de Venezuela, de donde egresó en 1992 como médico cirujano, luego en 1997 como pediatra y en 2000 como dermatóloga.
Es por ello que ve con preocupación que la nueva generación de galenos se concentra en hallar el postgrado en el exterior que la saque definitivamente del país, mientras que en la especialidad de pediatría que se dicta en el hospital Elías Toro sólo aplican unos pocos.
“Mi recomendación es que si van a hacer un postgrado fuera, que luego regresen. Necesitamos una generación de relevo, pero se está yendo. Siento, además, que la gente está haciendo su trabajo por hacerlo y no como una contribución hecha con amor y paciencia”, acotó.
Avendaño cree que este tipo de esfuerzo tiene su recompensa con gestos de sus pacientes: “Cuando ellos te encomiendan, posteriormente, a sus hijos, padres y demás familiares notas que hay un gran voto de confianza que llena de satisfacción como médico”, dijo.