Posted on 25 Febrero, 2011 | No Comments
María Fernanda Mujica Ricardo
Escribir o hablar sobre Carlos Andrés Pérez en Venezuela no tiene matices: es blanco o negro. Quizás para la fecha en que esta edición circule, ya sus restos descansen en Venezuela, a pesar de las disputas de sus dos familias, y así el país tendrá en su tierra a un político que se aventuró a trabajar por ella para tenerlo presente en la historia.
CAP, “el hombre que sí camina” de la campaña de 1973, obtuvo la presidencia para gobernar entre 1974 y 1979. En ese lapso creó la Biblioteca Ayacucho (colección de las obras maestras de las letras latinoamericanas), el programa de becas Gran Mariscal de Ayacucho, gracias al cual se formaron en las mejores universidades del exterior muchos venezolanos. También decretó la creación de nueve parques nacionales, y por su labor en pro del ambiente fue el primer jefe de Estado de América Latina en recibir el premio Earth Care. Pero su acción política llegó más allá cuando en 1975 nacionaliza la industria del hierro y un año después la del petróleo al fundar la Empresa Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Ese mismo año fue elegido vicepresidente de la Internacional Socialista.
Aunque en la actualidad existe un reglamento para no saltarse la talanquera, CAP, aparte de saltar charcos con sus pantalones brincapozos y su chaqueta de cuadritos, logró transformarse de aquel ministro del Interior de los años sesenta, cuando arremetió contra la guerrilla, en un político y estadista que respetó a sus contrincantes y ayudó a los exiliados de las dictaduras en América Latina ofreciéndoles seguridad y cobijo en el país.
Creía en una Venezuela poderosa, dueña de sus recursos naturales en los setenta. Para cuando volvió a la presidencia en 1989, se convirtió en un estadista del siglo XX que avizoraba una social democracia en Venezuela, donde el Estado debía reducirse y descentralizarse, y para ello nombró a técnicos especialistas en las áreas claves de la economía y desarrollo para enraizar una nación con futuro.
Quizás el país no estaba preparado para esos cambios y su partido AD no lo acompañó en esta lucha; el pueblo salió a la calle cuando el famoso Caracazo de 1989 para protestar por el aumento de la gasolina. Después de los intentos de golpe del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992, fue separado del poder en mayo de 1993.
Fue encarcelado en su domicilio por malversación de fondos y fraude a la nación. Electo congresista en 1999 (Congreso bicameral que disolvió la Asamblea Constituyente ese mismo año), se autoexilió en Republica Dominicana y Estados Unidos, donde murió el 25 de diciembre de 2010. Sólo la historia podrá juzgar quién tenía la razón. Paz a un estadista que supo como político crecer de acuerdo a las circunstancias.