Posted on 15 Diciembre, 2010 | No Comments
María Fernanda Hernández viajó a Alemania en busca de preparación profesional y actualmente es la ganadora del premio DAAD de la Universidad HafenCity de Hamburgo
Indira Rojas
“Todo se dio para que viniéramos a Hambur-go”, dice María Fernanda Hernández cuando comenta que ella y su esposo tenían a Alemania como denomi-nador común para algunos planes futuros. Esta joven cumanesa de 32 años fue primera estudiante de la promoción de ingenieros civiles de julio de 2001 y actualmente es merecedora del reconocimiento como mejor estudiante extranjera de la Universidad de la HafenCity de Hamburgo. El premio lleva por nombre DAAD, siglas en alemán de Servicio de Intercambio Académico Alemán, al cual fue postulada por su tutor de tesis. Tiene cuatro años y medio viviendo en el país germano, pero recuerda sus buenos momentos en El Trébol, ubicado en El Paraíso, y los días largos en el campus junto a sus amigos, con los cuales no ha perdido contacto.
—¿Cómo ha sido la experiencia en la Universidad de la HafenCity de Hamburgo?
—Ha sido muy positiva. Compartir con profesores de alto recono-cimiento a nivel europeo, con profesionales calificados y personas de todas partes del mundo es muy gratificante y enriquecedor.
—¿Cómo describirías la cultura universitaria en Alemania?
—Considero a la Universidad de la HafenCity bastante cálida. En los talleres de trabajo y cuartos de estudios llegas a pasar más tiempo que en tu propia casa. Tuve un semestre en el que salía de madrugada de la universidad y pasábamos fines de semana completos allí. ¡Había que engañar las órdenes del cerebro y hacerle creer que no había cansancio!
—¿Qué extrañas de la Ucab?
—Creo que en general la vida universitaria es bastante especial y una experiencia única. Estudiar Ingeniería en la Ucab significa pasar hasta doce horas diarias allí. Definitivamente era una segunda casa, y todo buen hogar se extraña y recuerda con nostalgia y cariño cuando estás lejos de él.
—¿Qué profesores recuerdas de la Ucab?
—Recuerdo a muchos profesores con mucho cariño: Ochoa, Mengual, Guevara, Arnaldo Gutiérrez, con el cual sigo en contacto; al profesor Paparoni y a nuestro técnico de laboratorio de materiales y ensayos, Manrique. Es una persona especial, que aunque no es profesor para mí es como si lo fuera.
—¿Tienes alguna anécdota vinculada a la Ucab?
—Había un proyecto de Hidráulica, con el profesor De Viana, que requería el uso de un programa que nos sacó canas verdes. Una vez que desarrollabas tu proyecto en tu computadora, no había forma ni manera que corriera en otra. Así que el día de la entrega del proyecto desfilaban monitores con CPUs por toda la facultad de ingeniería. En aquella época era un lujo tener laptop. ¡El salón parecía una sala de operaciones técnicas!
—¿Cómo fue el proceso de adaptación en Hamburgo?
—Alemania es, culturalmente hablando, opuesta a nosotros los venezolanos. Son sumamente ordenados, organizados y extremadamente puntuales. Por tres minutos de retraso recibes una disculpa, y van di-recto al grano, así que no es fácil al principio. En cuanto a Hamburgo, allí son muy receptivos con los extranjeros. Mi familia siempre dijo que yo parecía alemana, ¡supongo que esto me lo hizo más fácil!
—Luego del estudio, ¿qué te gusta hacer?
—Disfruto mucho ir al cine, porque me desconecta totalmente. Leo mucho, sobre todo libros técnicos y disfruto de un buen café a las cinco de la tarde en algún local donde se sienta la vibra de la ciudad.
—¿Qué metas te planteas actualmente?
—Mi meta profesional es la participación en proyectos que impulsen el desarrollo sustentable de las ciudades latinoamericanas, en especial las de nuestro país. Tengo dos proyectos que espero poder presentarlos en Venezuela: uno es un concepto para el desarrollo turístico de la ciudad de Cumaná. Y el otro es mi trabajo de tesis sobre adaptación al cambio climático en grandes ciudades latinoamericanas.
—¿Qué le recomiendas a los jóvenes para ser estudiantes exitosos?
—Pienso que la clave radica en no dejar de creer en ti. Con organización, disciplina, perseverancia y respeto hacia la cultura de otros países tienes la mitad del camino ganado.