Posted on 15 Diciembre, 2010 | No Comments
El médico Arby Velásquez hacía una guardia nocturna mientras caminaba por las escaleras del Hospital Domingo Luciani “El Llanito” cuando una persona le pidió dinero. Como no tenía nada en ese momento pues estaba trabajando, recibió varias puñaladas que casi le quitaron la vida. Debido a esto, el joven médico se fue del país, en busca de una vida mejor. Historias como ésta llenan los periódicos venezolanos cada día, sin que se les preste mayor atención, quedando olvidadas entre las negras páginas de sucesos. La violencia también ingresa a las salas de emergencia es un trabajo de grado que se acerca a los hospitales para ser otra voz que denuncie la realidad de los centros asistenciales caraqueños.
En las salas de emergencia de los hospitales capitalinos las dificultades para trabajar abundan. La violencia se ha convertido en un paciente más de las urgencias que viven en terapia intensiva. En la actualidad, los médicos no sólo deben lidiar con la falta de insumos, el déficit de per-sonal, la baja remuneración y las precarias condiciones de trabajo; también luchar con dos nuevos enemigos: la violencia y la inseguridad. Ambos se convirtieron -desde hace ya demasiado tiempo- en otro invitado que se pasea sin problemas por los pasillos de cada hospital en Caracas.
La violencia también ingresa a las salas de emergencia está com-puesto por testimonios de vida de personas afectadas, observación participante y una específica selección de fuentes que permiten recopilar los casos más graves de violencia registrados y no registrados en hospitales caraqueños, como Los Magallanes de Catia, Jesús Yerena de Lídice, Pérez Carreño, El Llanito y el Pérez de León; hospitales que se encuentran en diferentes zonas de la capital y que intentan subsistir día y noche contra el flagelo que los ataca.
El primer capítulo, llamado “Llegando a la sala de emergencias”, intenta acercar al lector a lo que significa vivir una noche en la urgencia de un hospital público; indaga también en la situación de violencia en general de Venezuela, en donde al menos 250 mil personas han muerto en los últimos diez años en manos del hampa. Declaraciones del profesor Roberto Briceño León y numerosos testimonios engloban este primer acercamiento a la sala de emergencias.
En el capítulo 2, “Imposible brindar atención”, es momento de analizar qué pasa con la inversión gubernamental en esta área de la salud, por qué el ejecutivo no da respuesta a tan grave problemática y a dónde se están dirigiendo los fondos destinados a los hospitales públicos. La violencia en las salas de emergencia se genera también por la falta de recursos: si los hospitales no pueden funcionar como deben, dando respuesta a los pacientes, aparece la frustración y las agresiones. Datos duros que complementan la investigación y ponen en contexto a quien desea saber más sobre la situación hospitalaria en crisis. Se analiza, entre otras cosas, el informe de salud de la organización Provea, que pone de manifiesto las necesidades de los centros de salud.
“Entre querer y poder”, considerado el capítulo fundamental de este trabajo, estudia a fondo la situación de inseguridad en cada uno de los hospitales. Historias impactantes en las que el personal médico debe, literalmente, correr por su vida ante una marcada escasez de cuerpos de vigilancia en las instalaciones de las urgencias. Entrevistas con entes de las fuerzas públicas, encargados de la seguridad de los hospitales, directores de los centros asistenciales y demás personalidades dan un reflejo de la incongruencia entre personal y policías que se traspasan la responsabilidad de la situación. Motos de funcionarios policiales incendiadas, médicos golpeados y que tienen que autosecuestrarse para evitar ser asesinados por los acompañantes de pacientes que no pudieron salvar, estudiantes de medicina agredidos durante sus residencias, hurtos y problemas con el hampa en las emergencias; son parte de las historias que día a día y año tras año se repiten sin que nadie brinde una respuesta para solucionarlas.
Finalmente, en muchos casos los afectados por este grave problema no tienen más remedio que abandonar su labor en los centros de salud públicos o marcharse del país, acosados por una situación insoportable y por el temor de perder la vida como consecuencia de algún acto violento en su contra; estos hechos se analizan en el capítulo “Después de la agresión”. Los médicos venezolanos cuentan cómo emigrar del sistema de salud público se vuelve una decisión inminente.
Alejandro Sanjinés Toubia
Álex Vásquez Santander
Licenciados en Comunicación Social Ucab