Posted on 22 Octubre, 2010 | No Comments
Ucab Coro cuenta con un catedrático especialista en las Ciencias Sociales que imparte las materias de Historia de Venezuela en el núcleo. Su visión acerca de esta área de la educación nacional habla sobre la falta de objetividad en la escritura de la misma
Javier Camacho Miranda
Desde principios del año 2000 el profesor Emilio Fuente Latorraque ha estado al frente de la coordinación de la Cátedra de Honor en el núcleo de Coro de la Ucab, gracias a un proyecto impulsado por la directora de la extensión para ese momento, sor Consuelo Paolini. Bajo esta iniciativa han pasado por las aulas falconianas conferencistas como Guillermo Morón, escritor e historiador; Leonardo Carvajal, directivo de la asociación civil Asamblea de Educación; y el comandante Yoel Acosta Chirinos, entre otros.
“Los invitados que vienen a dar las conferencias empapan a los estudiantes con sus percepciones y conocimientos acerca de temas relevantes en la actualidad del país, y así los jóvenes pueden recibir diferentes visiones de la sociedad en la que hemos vivido y seguiremos viviendo”, comenta Fuente acerca de los beneficios de la Cátedra de Honor, y explica que a pesar de que no se han hecho mediciones exactas de cuántos alumnos han pasado por la misma, se siente tranquilo al respecto, ya que sabe que está sembrando nuevos líderes que no solamente necesita la Universidad sino también el país.
Historia intervenida
Emilio Fuente también dicta todas las materias en Historia de Venezuela de las licenciaturas ofertadas en Ucab Coro, y expresa su preocupación por la situación que vive esta rama investigativa y formativa actualmente: “Cada vez que hablo con mis alumnos en clases de Historia comento la importancia de revisar la actitud que toma cada sociedad hacia su pasado. Al revisar varios puntos de América Latina lamen-tablemente nos damos cuenta de que en nuestro país tenemos una actitud muy negativa ante la historia, ya que la hemos modificado, cambiado y hasta menos-preciado en diferentes ocasiones”, señala.
El profesor Fuente se impacienta al observar que desde hace años la educación oficial se ha dedicado con mucho ahínco al pasado militar de la nación, enmarcado en el proceso de la Independencia, y no se ha preocupado de presentar una sociedad que debe funcionar como un sistema generador de procesos: “Una vez que encontramos en la figura de Simón Bolívar ese eje central sobre el cual gira nuestra historia, nos encontramos con una concepción individualista y heroica que espera la llegada y la acción de un líder que solucione nuestros problemas y así olvidarnos de nuestras responsabilidades. Debemos pensar en la sociedad como un conjunto, y que los éxitos de la misma se deben a un trabajo entre varias personas y no a las decisiones de un supuesto Mesías”, afirma.
Educadores desplazados
“La historia ha sido politizada, la han tratado de escribir los políticos. Y nosotros los historiadores, que tenemos la capacidad de análisis y escritura de la historia, nos hemos dejado quitar la pluma por los políticos. Ellos tienen su tribuna, pero nosotros tenemos nuestros salones de clase”, expresa Fuente, y explica además que como profesor de Historia en un núcleo universitario que se dedica a formar futuros educadores, se adquiere una doble responsabilidad, al ser un “multiplicador de multiplicadores”, que debe velar para que los profesionales formados sean capaces de analizar con objetividad cualquier fenómeno de las ciencias sociales.
“Hay que saber diferenciar la historia de la política. Todos los que trabajamos relacionados con las ciencias sociales debemos entender que aquello que vemos a la distancia es historia, y lo que vemos en el día a día es política. Las opiniones actuales están contaminadas con percepciones personales porque vivimos en esta época. A nosotros nos corresponde dejar constancia de los acontecimientos y en 20 ó 30 años ya se podrá hablar de la actualidad sin subjetividades. Toda esta política que vivimos se transformará en historia”, indica el profesor, quien siente que las valoraciones que se dan en nuestros días sobre la Historia desde finales de los ochenta todavía están muy frescas como para ser consideradas objetivas.