Posted on 26 Mayo, 2010 | No Comments
Daniela Rodríguez Ramírez
“Me encanta rayar, me la paso rayando papelitos”. De antemano lo suponemos, pues al entrar en su oficina lo encontramos limpiando su escritorio de esos papelitos que frecuentemente raya. Se trata de Álvaro Ochoa, psicólogo del Centro de Asesora-miento y Desarrollo Humano (CADH), quien recientemente cumplió más de 40 años de labores en la Ucab. Esta amplia trayectoria comenzó formalmente en 1967, cuando a mediados del postgrado que cursó en cuanto concluyó su formación como psicólogo en este campus, el padre Julio Velilla s.j., director del entonces Centro de Orientación Psicológica (COP) de la Ucab, le propone trabajar en el colegio La Salle para organizar allí un centro de asesoramiento. Mientras lo hace, es profesor de dos grupos de prácticas de la escuela de Psicología de esta Universidad.
En 1968 ingresa como psicólogo en el COP y ese mismo año toma las riendas del Centro, pues Gerardo Tálamo, quien lo dirigía en ese entonces, se traslada a la Universidad Metropolitana para crear allí un centro de asesoramiento: “Fue un reto muy grande. Me sentía bien equipado para esa responsabilidad, me ayudó ser director del centro de La Salle”, expresó Ochoa. En dos oportunidades más –a comienzos de los 70 y a comienzos de los 80–, retomó la dirección del COP, y en 1983 es nombrado director de la escuela de Psicología de esta Universidad, experiencia que duró nueve años y que denomina como muy grata: “Algunos profesores decían que era muy blandengue con los estudiantes, pero mi función fue crear un equilibrio. Se generó un clima abierto, sin tensión”, recuerda.
Comprender al ser humano
“Iba a ser arquitecto, pero en ese tiempo la UCV estaba cerrada”. Ochoa confiesa que se interesó por la Psicología gracias a un amigo que le hablaba de la carrera. El plan era cambiarse a la UCV, “pero en el segundo año decidí quedarme. Creo que acerté, ha sido extremadamente útil, entiendes más claramente el comportamiento del ser humano”, explica.
Además de la Psicología le interesa también la publicidad, y entre las cosas que disfruta dice sin dudas: “viajar”. Ha visitado un sinnúmero de destinos, entre los que resaltan Inglaterra, Francia, España, Italia, Estados Unidos, Grecia, Holanda, Suiza, Hawai, toda Suramérica y Centroamérica.
Pasión y prudencia
Para Ochoa, orgulloso padre de dos hijos (el mayor sociólogo y la menor psicóloga, ambos de la Ucab), su mayor defecto es su celo en cuanto a su independencia, y su mayor virtud la transparencia y la justicia. Se describe como una persona apasionada y a la vez muy prudente, y con amplitud de mente. Para Álvaro la vida es “un regalo de los dioses” y luego de tararear una de sus canciones favoritas, “Gracias a la vida”, se despide diciendo: “Hay espacio y lugar para todos. No tenemos que vivir en conflicto”.