Posted on 18 Mayo, 2010 | No Comments
Varias definiciones hay de currículo. La palabra es de origen latino (curriculum), y significa “carrera”. Cotidianamente, utilizamos la palabra curriculum al lado de la voz latina vitae, que significa vida, como registro individual de hechos, obras, destrezas y habilidades técnicas y profesionales.
A esa memoria de vida que individualiza, la pedagogía ha incorporado, principalmente en el siglo XX, otras definiciones de currículo. Las mismas se agrupan, simplificando mucho, en dos grandes bloques: uno de ellos concibe al currículo como proyecto educativo, asociado a la planificación de la enseñanza. En un nivel macro, nos encontramos con los programas educativos fraguados por el Estado; a nivel meso con los proyectos pedagógicos de los centros escolares; y a nivel micro con la planificación de aula, estos dos últimos subordinados, en teoría, a los ejes fundamentales y principios rectores establecidos en el nivel macro, en los programas oficiales. Así visto, el currículo se considera como un documento escrito, en el cual se establecen fines educativos, contenidos, recursos y medios de instrucción. El otro bloque de definiciones entiende el currículo como la experiencia del educando en el proceso de aprendizaje; aquí, lo que importa es lo que realmente acontece (el ser) y no lo que se planifica (el deber ser).
La experiencia escolar puede satisfacer y actualizar objetivos y fines de los programas educativos oficiales; pero cuando dichos programas están muy alejados de la realidad, ora porque sus fines sean inalcanzables por ideales, ora por no responder a la realidad social y al espíritu e idiosincrasia nacionales, lo que se impone es el “currículo oculto” (noción que tiene su origen en la pedagogía de izquierda: la “pedagogía crítica”), es decir, el conjunto de vivencias y aprendizajes reales no previstos y plasmados en el programa o currículo oficial. El currículo oculto reina cuando hay falta de correspondencia entre la realidad de país, la escolar y los programas educativos oficiales.
Ignorancia sobre la dinámica y realidad curricular habría, por tanto, si el Estado exige ejecutar un currículo divorciado de la realidad y del espíritu variopinto propio de la democracia, que exige negociación y consenso. El currículo oculto primaría. La literatura procura por sí misma, decía Borges; el currículo también.
Rubén Darío Rodríguez De Mayo
Especialista en currículo: Ucab-UCV