Posted on 18 Mayo, 2010 | No Comments
Esta carta (editada por la redacción) llegó gracias al interés de la hermana
María del Carmen Pariente, del Centro de Salud Santa Inés.
Los días 12, 13 y 14 de enero se han declarado de “Duelo Nacional”. Lo que queda por venir es quizás más duro. Las estadísticas oficiales hablan de 220.000 muertos pero son muchos más. La mayoría de los edificios del centro de Puerto Príncipe están convertidos en un montón de escombros y es insoportable el olor por los cadáveres que hay dentro. Prácticamente no se ha empezado a desescombrar. En los pocos lugares en los que se hace, con el sistema primitivo y peligrosísimo del pico y la pala, cuando encuentran cadáveres, se incineran allí mismo con neumáticos viejos. Al ritmo que va el desescombre, podrá tardar cuatro años. Hemos visto llegar media docena de excavadoras desde República Dominicana pero siguen aparcadas en el mismo sitio donde las dejaron al llegar. Todas las zonas no construidas de Puerto Príncipe (jardines, solares y otros) se han convertido en campamentos de refugiados. La mayor parte de las familias sólo tienen sábanas y trozos de plástico para fabricar sus chabolas. Se ven poquísimas tiendas de campaña. ¿Quién se está quedando con la ayuda internacional? Sabemos que mucha de esta asistencia se está vendiendo en el mercado negro. He visto vender por la calle toldos de plástico que ha enviado Canadá. Se calcula que son más de millón y medio de personas las que están en los campos de refugiados. En marzo empiezan las lluvias. Aquí cuando llueve corren ríos por las calles. ¿Van a seguir con chabolas de sábanas?
En Puerto Príncipe han desaparecido más de 1.000 escuelas y casi todas las universidades. El Ministro de Educación dice que las clases deben recomenzar el 1 de marzo, pero ¿dónde? Como toda la administración está centralizada en Puerto Príncipe, el país se ha paralizado. No hay donde sacar un carné de identidad, ni de conducir, ni un pasaporte.
Tenemos la sensación de ser un pueblo que tiene que sobrevivir sin gobierno. El presidente no habla al país. Por la radio sólo se escuchan quejas de los miles que no reciben ayuda y muchas críticas, pero casi ninguna propuesta de mejora. Sólo la comisión de Justicia y Paz lo ha hecho.
Tenemos 7 mil cascos azules y 10 mil marines. ¿Para qué? Sólo se les ve por las calles en camiones y tanquetas. Tenemos cantidad de helicópteros sobrevolando la capital todo el día. ¿No tienen ya bastantes fotos?
Lo que necesitamos es que se reparta la comida que llega de los distintos países. Que se construyan refugios antes de que lleguen las lluvias. Que se controle el reparto de los recursos. Sabemos que la mayoría de los damnificados que están fuera de Puerto Príncipe no reciben prácticamente nada.
Hablo sólo de Puerto Príncipe porque es donde vivimos y lo que conocemos, pero el epicentro de los terremotos no está aquí y ha habido zonas más dañadas. Leogane ha desaparecido casi por completo. Petit-Gaave, casi igual. Jacmel, una de las principales ciudades y la que conservaba los edificios más bellos del país, está casi destruida.
Hay que buscar solución para atender a los numerosos refugiados que están llegando al país. En estas ciudades, las escuelas están abriendo la inscripción para acoger el mayor número posible de niños, y hay que hacer algo para ayudarlos a superar su trauma.
Por hoy, nada más. Gracias por vuestro interés.
Matilde Moreno
Religiosa de la congregación
Sagrado Corazón de Jesús (Haití)
Puerto Príncipe, 11/02/10