Posted on 21 Diciembre, 2009 | No Comments
Leonardo Gil
Hasta hace unos años, era casi impensable ver escenas de violencia en los estadios de Venezuela y mucho menos hablar todas las semanas de sucesos en los campos de juego, entre jugadores, barras, y hasta dirigentes. Existían algunos casos esporádicos pero no pasaba de ahí, las escenas más violentas venían de Argentina, Italia e Inglaterra.
Muchos piensan que la violencia es algo inherente al fútbol, que es un mal que no se puede eludir, pero hay que hacer todo lo posible por evitar las patadas y los golpes en los estadios del país. No es aceptable que con la amplia-ción de la liga y el crecimiento del balompié rentado también crezca la expresión de esta forma de frustración.
En la mayoría de los casos la culpa la cargan las barras, catalogadas simplemente como violentas sin pensar que dentro de ellas hay personas, profesionales, mujeres y niños que acuden en familia a observar un espectáculo. Sí, también existen los violentos, los que sólo van a pelear contra las otras barras, pero son minoría y es inexplicable cómo unos pocos pueden dañar un espectáculo por excelencia. Incluso, jefes de barras han tenido encuentros para apoyar el lema de la no violencia y sí al fútbol. Otro ejemplo, son las reuniones que ha mantenido la directiva del Deportivo Táchira con sus jefes de barra para evitar no sólo la violencia sino el ingreso ilegal de bebidas y fuegos artificiales al estadio.
Por otra parte, la custodia policial en los estadios es insuficiente, es increíble ver que en el recinto sólo se encuentran diez o menos efectivos para cuidar a una multitud que sobrepasa, en muchos casos, las 15 mil personas. Cuando el Caracas se tituló campeón en el Torneo apertura, la barra de los “rojos del Ávila” rompió la cerca e invadió el campo para celebrar con sus ídolos de una manera amistosa y sin pasar a otro nivel. Mientras todos gritaban y celebraban el campeonato, jugadores e hinchas, los pocos (cinco) policías jugaban y reían con un balón que quedó olvidado en un saque de esquina. ¡Menos mal que el rival no era el Táchira!
Hace unas jornadas atrás, el Táchira visitaba al Zamora y todo terminó en una batalla campal, incluso la gente que vino de la región andina tuvo que resguardarse en el aeropuerto de Barinas. Es inaceptable la actitud destructora de las barras pero también la de los policías que disparan sin razón alguna y a “quemarropa” hacia las personas que tienen esta camisa, no sólo en Barinas; también ocurrió en el clásico entre Caracas y Táchira en la ciudad capital. Lo peor de todo no fue esto: el anunciador del partido, la persona encargada del micrófono en el estadio, fue el principal incitador cuando provocaba con sus comentarios al equipo y a la barra visitante, faltando el respeto y quedando como un “camorrero”, calificativo expresado por los periodistas del canal Sportplus, cuando a través de su señal llamaban a la calma y la cordura, pero en vez de esto sólo recibieron críticas y burlas por parte del mencionado promotor de la violencia. Lo peor era que el anunciador siguió con sus comentarios a través de los parlantes pero nadie se atrevió a mandarlo a callar, ni siquiera el delegado de la Federación Venezolana de Fútbol.
El 6 de mayo, el ente rector del fútbol en Venezuela se reunió para buscar soluciones a este delicado asunto para la próxima campaña. Opinamos que es momento de actuar y poner castigos ejemplares a los infractores, y no dictar simples multas o un solo partido de suspensión como penalización.