Posted on 04 Noviembre, 2009 | No Comments
Al suspenderse las garantías no hubo elecciones, lo cual creó un vacío de poder. ¿Qué hacer? El ministro del Interior, César Zumeta, dirige con la habilidad del titiritero los hilos que mueven a las marionetas en los estados, redacta una nueva Constitución. Para que no se hable de continuismo, Gómez queda como Comandante en Jefe del Ejército
Victorino Márquez Bustillos fue nada menos que presidente provisional de la República durante siete años, gracias a una maniobra urdida en palacio en 1913 para perpetuar en el poder a Juan Vicente Gómez.
Tan insólita provisionalidad hizo acuñar un dicho jocoso, pero indicativo de una faceta muy gris de nuestra vida como nación: «En Venezuela, lo provisional es lo que dura».
El cuento de cómo llega Victorino Márquez Bustillos a Miraflores es el siguiente: muy tensa la situación en 1913, cuando terminaba el mandato de Gómez electo en 1909, sin que pudiera aspirar a la reelección, los cerebros políticos del régimen idean apelar a la fórmula de un “vacío constitucional”. Se monta la tramoya de una invasión del ex presidente Cipriano Castro, a la sazón desvinculado de cualquier intentona armada que lo restituyera en el poder. El Gobierno decide suspender las garantías constitucionales y autoriza a Juan Vicente Gómez para que salga con un numeroso ejército a combatir al invasor, supuestamente apertrechado en las costas del estado Falcón. En verdad, el flamante ejército no pasó de Maracay, y en Coro fueron apresados dos o tres incautos antigomecistas.
Se monta, entonces, el segundo acto de la comedia. Al suspenderse las garantías no hubo elecciones, lo cual creó un vacío de poder. ¿Qué hacer? El ministro del Interior, César Zumeta, dirige con la habilidad del titiritero los hilos que mueven a las marionetas en los estados, y estos presidentes regionales, obedeciendo al pie de la letra los telegramas enviados desde Caracas, asumen la soberanía del país, tal como reza la Constitución, y reúne cada uno su Congreso de Pleni-potenciarios, que nombra diputados a un similar cónclave nacional en Caracas, que a su vez redacta una nueva Consti-tución. Para que no se hable de continuismo, Gómez queda como Comandante en Jefe del Ejército, y Victorino Márquez Bustillos asume la presidencia provisional de la República. El libro de su biografía expone, con lujo de documentación, la comedia escenificada.
Loas al Benemérito
En la presidencia, Márquez Bustillos va a revelar toda su personalidad de paniaguado. He aquí algunas de sus frases:
«En Juan Vicente Gómez concurren congénitas facultades para ejercer la ciencia del Gobierno».
«Gloria a Gómez supremo bienhechor de la patria», reza un letrero alumbrado con bombillos en el frente de su casa un día de Carnaval.
Muy almibarados son los textos de dos folletos escritos por él en honor al Dictador: Dos campañas, y Semblanza del General Juan Vicente Gómez.
«El General Juan Vicente Gómez y no otro es el Conductor de la Rehabilitación Nacional y quien osara disputarle esa preeminencia se haría reo de insensatez o de torpeza».
«En Venezuela no hay más prestigio ni más espada que la del General Gómez, y quien se le atraviese es necesario castigarlo de manera que no reincida nunca».
«Yo con la habilidad y prudencia requeridas me he abstenido de ofrecimientos y aguardo lo que usted me indique al efecto para dar una contestación formal al Ministro», le comunica a Gómez cuando le piden la libertad de un detenido.
«Ya estaba restablecido de su salud el Benemérito General Gómez, fuerte la diestra que siempre ganó batallas, presta la mente cuyos planes jamás conocieron el fracaso, para dedicarlas, en la integridad de sus esfuerzos, a la continuación de su magna obra de Rehabilitador», dice a raíz de una grave enfermedad de Gómez.
«Que no haya discusiones ni disparidad de opiniones […] y al efecto usted hablará con los miembros de aquel Cuerpo, pues tengo entendido que todos son amigos. Si tiene duda de algún principal, convoque al Suplente», le ordena a un presidente de estado, cuando se arma la nueva tramoya para modificar la Constitución en 1922.
«Día por día siento más la falta de la compañía de usted, de oír sus pláticas saludables, sus amistosas conversaciones oportunas, sencillas y llenas de sinceridad, sus luminosos planes y proyectos para confirmar su magna obra de progreso y engrandecimiento de la República, y finalmente aquellos agradables paseos por los alrededores de Maracay y las giras por Tocorón, El Central, Ocumare de la Costa, San Juan de los Morros, etc., etc., etc. », le escribe a Gómez desde París, no obstante haberle éste destituido de su misión en el Vaticano cuando se descubre que se había embarcado para Europa en compañía de una “querida”.
Rompió con todos sus amigos, peleó con sus parientes, y olvidó sus primeras cualidades de abogado de prestigio en Trujillo y de rector del Colegio Nacional de Trujillo. Todo por servirle a las ansias de poder de un dictador que nunca ocultó su ambición de ser el mandón vitalicio de Venezuela.
Antonio García Ponce