Posted on 02 Noviembre, 2009 | No Comments
El programa espacial Apolo se convirtió en la principal fuerza impulsora del desarrollo científico y tecnológico de Estados Unidos en la década de los 60 y parte de los 70, y una de las mayores fuentes de trabajo –generó más de 400.000 empleos–, además de inspirar a miles de jóvenes a cursar carreras profesionales en múltiples campos
El pasado julio se cumplieron 40 años de uno de los logros más espectaculares de la historia: el primer descenso de un ser humano en otro mundo, cumplido por la misión estadounidense Apolo 11 al alunizar en el Mar de la Tranquilidad el 20 de julio de 1969. Paradójicamente, con el paso del tiempo este triunfo se ha convertido casi en leyenda, e incluso se ha difundido la noción de que en realidad nunca ocurrió.
El programa Apolo constituyó la mayor empresa de ciencia e ingeniería realizada en cualquier época y lugar. A principios de la década de 1960, una serie de éxitos de la Unión Soviética en el campo espacial (lanzamiento del primer satélite, puesta en órbita del primer ser humano, poderosos vehículos de lanzamiento) causaron preocupación en Occidente. En medio de la tensa Guerra Fría, surgió el temor de que los soviéticos alcanzaran un predominio indiscutible en el espacio, incluyendo la capacidad militar de “controlar” el planeta.
El 25 de mayo de 1961, luego de asesorarse con los mayores expertos de su país y las autoridades de la Agencia Nacional de Aeronáutica y el Espacio (Nasa), el presidente John F. Kennedy formuló como meta de los Estados Unidos “llevar un hombre a la Luna y traerlo de regreso sano y salvo a la Tierra, antes de que termine esta década”. Este sería un programa civil que permitiría desarrollar el músculo tecnológico norteamericano, además de marcar un triunfo simbólico indiscutible.
El desafío era enorme, ya que para ese momento la Nasa apenas había logrado realizar un vuelo tripulado suborbital, y muchas de las técnicas necesarias para una misión a la Luna no sólo no existían sino que estaban por definirse: un lanzador (cohete) suficientemente poderoso, un vehículo capaz de descender en la superficie de la Luna y luego volver a despegar, trajes espaciales que protegieran a los astronautas en un ambiente tan extremo, equipos muy avanzados de telecomunicaciones, sistemas informáticos de control, escudos térmicos para la reentrada en la atmósfera terrestre a altas velocidades, alimentación y disposición de residuos de los tripulantes… Todo debía desarrollarse casi desde cero.
El esfuerzo industrial y académico
Luego de considerar numerosas opciones se logró desarrollar el concepto básico del programa. La mayor parte de los componentes se licitaron a la empresa privada, con el fin de aprovechar la mejor experiencia disponible en el país; así, el cohete lanzador (el colosal Saturno 5) se otorgó en contrato a las compañías Boeing y a Douglas Aircraft; la nave Apolo propiamente dicha (módulos de comando y servicio) correspondió a North American Aviation; el Módulo Lunar lo obtuvo Grumman Aerospace. Todas las demás corporaciones importantes recibieron licitaciones en sus áreas de experticia, como IBM, General Electric y Ford. Además, la Nasa contrató a numerosas universidades y otros centros académicos, los cuales recibieron recursos para ampliar y construir nuevas instalaciones de investigación.
En el momento de mayor esfuerzo, el proyecto Apolo generaba más de 400.000 empleos. El programa espacial Apolo se convirtió en la principal fuerza impulsora del desarrollo científico y tecnológico de Estados Unidos en la década de los 60 y parte de los 70, y una de las mayores fuentes de trabajo, además de inspirar a miles de jóvenes a cursar carreras profesionales en múltiples campos. Multitud de productos y servicios de los que todos disfrutamos hoy en día surgieron directa o indirectamente de las investigaciones espaciales de aquella época, desde mejoras en los aviones hasta nuevos materiales, e incluso los pañales desechables y los artefactos inalámbricos.
De más está decir que Apolo logró sus objetivos en forma admirable: en total se efectuaron seis misiones que alunizaron exitosamente entre 1969 y 1972. Los cientos de kilos de muestras lunares obtenidas permitieron, con el tiempo, resolver el enigma del origen de la Luna: es producto del impacto de la Tierra primitiva con otro gran proto-planeta en las épocas iniciales del Sistema Solar. Así surgió el actual modelo dinámico de la evolución de los planetas, que ha sido recientemente confirmado por los hallazgos en torno a otras estrellas.
En Venezuela
Uno de los desafíos técnicos del programa Apolo fue la transmisión de televisión en vivo al ansioso público norteamericano y al resto del mundo. La señal debía captarse sin interrupciones a pesar de la rotación de la Tierra, para lo cual hubo que emplear grandes estaciones rastreadoras ubicadas en California, España y Australia. De allí pasaba por satélite a Houston, desde donde nuevamente se retransmitía, en el formato adecuado, a las estaciones locales de los países donde sería emitida a los hogares. La mayoría de los países latinoamericanos quedó fuera, pues aún no contaban con la infraestructura tecnológica necesaria.
En Venezuela, Radio Caracas Televisión (RCTV) decidió ya desde 1968 realizar el esfuerzo de transmitir el primer viaje a la Luna. Para ello se contrató a la multinacional ITT, que trajo al país una antena rastreadora de nueve metros de diámetro que antes se había utilizado en el portaaviones Wasp. Esta parabólica −la primera que se vio en Venezuela− se instaló en Caujarito, cerca de Maracaibo, ya que la señal se tomaría del satélite ATS, ubicado muy al oeste sobre el Pacífico. La antena debió orientarse apenas a cinco grados, casi a ras del horizonte, lo cual implicó dificultades técnicas pues la señal llegaría muy debilitada. Sin embargo, el esfuerzo tuvo éxito.
RCTV requería los servicios de la CANTV para hacer llegar las trasmisiones por microondas a Caracas; según narra el periodista Oscar Yanes, entonces director de la Televisora Nacional (canal 5), se aprovechó esta circunstancia para que RCTV cediera al Estado el derecho a transmitir también las incidencias de Apolo 11. Así, Venezuela no sólo fue uno de los pocos países latinoamericanos que pudo presenciar en vivo el primer alunizaje, sino que lo hizo por dos canales y con dos equipos distintos de narradores y comentaristas, entre ellos Renny Ottolina, Oscar Martínez, el mismo Yanes, Edgardo de Castro y Pedro Bargalló. Cabe señalar que la transmisión captada en Mara-caibo fue también adquirida por Colombia.
Durante el año siguiente, 1970, la CANTV inauguró la primera estación rastreadora de satélites del país, ubicada en el municipio Camatagua, estado Aragua.
El mito
Tras el resonante triunfo del programa Apolo, el gobierno de Richard Nixon recortó drásticamente el presupuesto de la Nasa y puso punto final a la exploración lunar. Desde diciembre de 1972 ningún ser humano ha visitado nuestro satélite. Toda una generación, más de la mitad de la población del mundo, nació después y por lo tanto no tiene memoria del acontecimiento. El hecho de que el ser humano haya viajado a la Luna con la tecnología de los años sesenta y no lo haya vuelto a hacer después, ha dado lugar al extraño mito de que todo fue una conspiración, que en realidad nunca sucedió.
Se trata de una afirmación delirante, considerando tan sólo la magnitud del programa Apolo, las cientos de miles de personas involucradas en su desarrollo y las evidencias físicas. Además, recientemente recibimos un nuevo testimonio en la forma de una nostálgica postal desde la Luna.
La sonda Lunar Recoinnaisance Orbiter (LRO) de la Nasa, lanzada en junio de 2009 para trazar un mapa de alta resolución con vistas al retorno de astronautas a nuestro satélite, captó por primera vez imágenes de las secciones inferiores de los módulos lunares, que permanecen como testigos mudos de aquellos logros portentosos.
Allá nos esperan, y nos recuerdan una frase que estuvo en labios de todos en aquellos emocionantes días de 1969: el ser humano puede hacer todo lo que se proponga.
Sami Rozenbaum
Periodista científico
Profesor de la escuela de Comunicación Social