Posted on 28 Febrero, 2011 | No Comments
JGP
El pasado lunes 24 de enero en la sala Simón Planas, como otra iniciativa de la escuela de Letras y del profesor Miguel Marcotrigiano, se llevó a cabo una clase abierta de la cátedra que él mismo conduce: Literatura General V (Poesía), la cual se convirtió en un conversatorio/recital que, bajo el título “Lenguaje y desarraigo” contó con la presencia de Adalber Salas y Francisco Catalano, noveles escritores pertenecientes a nuestra escuela de Letras. Presentados y moderados por Marcotrigiano, los estudiantes disertaron sobre la creación y demás temas relativos al código poético, al tiempo que compartieron textos de sus libros: Extranjero, de Salas y “|”, de Catalano.
La cita se abrió con una breve ponencia de Marcotrigiano, donde estableció el carácter ficcional de la poesía y ligó a los dos jóvenes creadores –Salas y Catalano– a través de lo que denominó “intemperie”. Una intemperie que, es, a nuestro entender, una búsqueda, que en el caso de los autores invitados se da por medio de una morfología tectónica.
Partieron de la idea de que la página no es espejo, pero sí medio en el que cada autor realiza su propia búsqueda. Salas –más parco y serio en sus observaciones– realiza una búsqueda filosófico-lingüística de sí mismo o de algo que considera conforma esa unidad; en Catalano –un joven más expresivo y verbal– es teológico-creacional.
En este sentido, ambos sujetos buscan porque parecen no hallarse en esta realidad –es la llamada intemperie de Marcotrigiano. En un mundo que da terror no por lo que dice, o dicen los medios, sino por lo que calla.
Dirá Salas, en algún verso de Extranjero: “…ya no importaba que no hubiera un verso / en el cual hacer mi casa / en el eje agrietado de ese instante / fui igual al silencio del mundo.” Y al mismo tiempo, y quizás por pertenecer a una misma generación de autores, dirá Catalano: “…así el mundo / sólido de sí / sostendrá la estructura / y lo único que se vendrá abajo / inexorablemente /será mi cuerpo.”
Pero estas búsquedas, conexas o no, tienen otro paralelo en el uso del lenguaje como medio, para desarrollarse de un modo tan evidente que se hace monólogo intertextual. Así Catalano afirmará: “…soy la figura vibrante / que las sílabas ocultan en secretos / en la construcción del infinito”. Y Salas acertará a decir: “Pero no, / Padre. / No vinimos a domesticar el silencio. / Vinimos a consumarlo.”
Ambos jóvenes inician su camino por el ejercicio de la palabra y con los años se les ha visto pasar de la teatralidad a la certeza, de la inseguridad a la experiencia, del balbuceo a la afirmación; y con ello gradualmente al desarrollo de unas obras consistentes y con buen futuro en nuestras letras. De aquellas preguntas iniciales: que si se escribe como ejercicio, como modo de exorcizar fantasmas o de enfrentar la intemperie, eso queda conscientemente o no, en cada uno; que si es lenguaje ficcional o auténtico, que si el modo de trabajo es artesanal o mecánico, también. Al escritor, al artista, le queda crear. Lo demás sobra.